martes, 24 de junio de 2014

YO TENGO UNA MESA










Desde hace dos años y medio, un poco más quizá, tengo una mesa en el bar que esta frente a mi trabajo. No es mía, evidentemente, pero es mi mesa. Si llego y me la encuentro ocupada me pongo muy nerviosa, me desubico, ya no se donde sentarme y , como lo que hago los 15 ó 20 minutos que estoy allí es leer, no consigo concentrarme leyendo si me siento en otra mesa.Yo necesito mi mesa.

Cualquier persona que pudiera leer esto ( en principio todo aquel que lo lea me conoce) podría pensar que soy una persona estricta, ordenada maniática, y de rutina. Pues no. Soy un absoluto desastre, imprevisible, impuntual y desordenada, extremadamente responsable, eso sí, pero ser responsable no implica tener manías que empiezan por querer sentarte siempre en la misma mesa del bar y terminan por ir dando saltitos por la calle evitando pisar las llagas del pavimento y cerrando tres veces el cerrojo de tu casa antes de irte a dormir.

El caso es que yo no tuve siempre una mesa, hace algo más de dos años y medio yo fumaba, así que cuando salía a tomar café me sentaba siempre fuera, dependiendo del tiempo me sentaba en una mesa o en otra, al sol o  resguardada del viento y la lluvia. Si había prensa, leía la prensa, pero solía marcarme el tiempo de tomarme el café y fumarme el cigarro y para dentro de nuevo, así sacaba tiempo para alguna escapada más para fumar.

Dejé de fumar y mis hábitos cambiaron, entre otras cosas porque yo busqué ese cambio para que el síndrome de abstinencia me fuera un poco más llevadero, así que ese momento de desconexión  y placer que me proporcionaba mi anterior pausa decidí dedicar lo a una de mis pasiones: Leer.

Así que el primer día de café sin tabaco me senté en una mesa ( aún no sabía que sería mi mesa)  y saqué del bolso el libro que me estaba leyendo en ese momento. Como ya no tenía que robar tiempo al café para ninguna pausa, mis lecturas en la mesa se empezaron a extender a 20 minutos diarios. Y así durante dos años me he ido leyendo en mi mesa los libros del club de lectura, del club de francés, los que he ido intercalando como espaciadores de lectura, los que he sacado de la biblioteca, los que me he comprado, los que me han recomendado, los que me han gustado, los que he odiado...todos los libros que he leído en estos últimos años han pasado por mi mesa. Por eso es mi mesa y esos 20 minutos son más míos que cualquier otro segundo del día.

Ayer un señor que conozco se me acerco y me dijo que como me conocía y me apreciaba, si yo quería, podía sentarme a tomar café con su familia, porque sentía mucho verme tan sola a diario. Mi expresión fue del asombro al descojone, pasando por el espanto.  Riéndome a carcajadas le dí las gracias e intente explicarle que para mi no era ningún problema estar sola, es más, era un placer. El me pidió disculpas pero me temo mucho que no lo entendió.

Hoy he vuelo a ir a mi mesa, y además, después de 10 días, he vuelto a escribir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario